La oleada proteccionista y los acuerdos de libre comercio
La situación actual del comercio internacional es preocupante para
todos. No solamente para los productores, industriales, exportadores e
importadores, sino también para los operadores tales como los
profesionales del comercio exterior.
El viejo enfrentamiento entre el proteccionismo, el cierre a las
relaciones comerciales externas y la apertura o el libre comercio está
ahora en plena actualidad.
Para no remontarnos demasiado en el tiempo, es provechoso recordar lo
sucedido en la década de 1930. Estados Unidos, más o menos como
actualmente, era la primera potencia mundial en materia de economía y de
intercambio comercial con el resto del mundo. La Ley Smoot-Hawley
aprobada por el Congreso en 1930 después de la famosa crisis de 1929 era
una ley restrictiva que aumentaba drásticamente las trabas y
principalmente los derechos aduaneros a la importación de alrededor de
20 mil mercaderías. El pretexto era el viejo argumento de los
proteccionistas: amparar la producción agrícola e industrial y
consiguientemente la mano de obra del país.
El resultado de esta medida fue una depresión del comercio mundial en
toda la década de los treinta, debido a que, por añadidura, los demás
países también adoptaron medidas similares. Todos perdieron y las crisis
se generalizaron. En América Latina, no es casualidad, fue la década de
los golpes de estado militares. En una guerra comercial como se avecina
hoy nadie gana. Todos pierden. Aunque algunos más que otros.
A partir de la asunción del presidente Trump el proteccionismo está
comenzando a expandirse peligrosamente a partir de las medidas adoptadas
por el principal protagonista del comercio mundial. Aunque el
proteccionismo siempre ha existido de una manera o de otra el proceso
recién ha comenzado y las consecuencias finales, vista la experiencia,
pueden llegar a ser muy duras para todos los países del mundo.
El libre comercio y la apertura parecen estar entonces en retirada.
Aquella crisis de los años treinta vino a solucionarse, lamentablemente,
al fin de la IIa. Guerra Mundial que costó 60 millones de muertos. Fue
necesaria una espantosa guerra para volver a la realidad. La creación
del GATT en 1947 y sus comienzos el año siguiente se hizo sobre la base
de la apertura comercial, la baja de los aranceles de importación, la
libre circulación y la atenuación o eliminación de las restricciones no
arancelarias. Los beneficios que tal política produjo son innegables
dado que el comercio internacional de mercaderías se multiplicó varias
veces. Nada más que en los últimos diez años se ha duplicado el monto
del intercambio mundial.
El caso de la Argentina
Nuestro país ha tenido en realidad una doble política con respecto a
este tema. Por un lado todavía está en los primeros lugares del ranking
de los países más proteccionistas y cerrados del mundo (llegó a ocupar
el segundo lugar detrás de Rusia), pero por otro lado, ha realizado
muchos acuerdos de libre comercio, especialmente con países
latinoamericanos pero también con otros de África (Egipto y Unión
Aduanera de África del Sur) y Asia (Israel e India).
Los últimos cuatro acuerdos citados están comenzando a funcionar con
buenos resultados y mejores perspectivas. También se han agregado otros
países como Argelia y Vietnam con los cuales si bien no tenemos acuerdos
comerciales el intercambio está aumentando. La tendencia parece ser la
diversificación de nuestras exportaciones.
Respecto a los acuerdos con los países latinoamericanos, miembros de la
ALADI, comenzaron a negociarse hace casi sesenta años y han funcionado
aceptablemente desde entonces. El más destacado de todos por la
importancia del volumen de su comercio es el Mercosur. Si bien este
emprendimiento no ha alcanzado los objetivos propuestos en el momento de
su creación (marzo de 1991) ha incrementado el volumen y el valor del
comercio entre sus miembros. En el momento actual y desde hace algunos
años padece de un estancamiento más que notorio. Pueden esgrimirse
muchas y variadas razones, pero en nuestra opinión en el fondo todas
pueden resumirse en una sola: el incumplimiento de lo acordado. La
violación del Derecho.
Pueden citarse muchos ejemplos de la última afirmación. Basten dos nada
más: el establecimiento de las licencias previas no automáticas para las
importaciones de productos originarios del Mercosur y los derechos de
exportación que también se aplican a las mercaderías que se dirigen a
los países miembros. Ambas medidas no están permitidas expresamente por
el Tratado de Asunción ni por la normativa del Mercosur, además de la
existencia de sentencias del Tribunal Arbitral que prohíben la adopción
de tales medidas a los países asociados.
Otros acuerdos sumamente atendibles por su buen funcionamiento son los
concretados por el Mercosur con Chile ( AAP.CE/35), con Bolivia
( AAP.CE/36), con Perú ( AAP.CE/58), con Colombia, Ecuador y Venezuela
( AAP.CE/59). Es de mencionar por su importancia el acuerdo bilateral con
México (AAP.CE/6) que incluye un acuerdo automotor.
Finalmente, Argentina y Brasil tienen un acuerdo fuera del Mercosur que
es el realizado sobre la industria automotriz ( AAP.CE/14).
Según datos de la OMC existen en el momento actual más de trescientos
acuerdos de libre comercio, los cuales por ahora sobreviven a la oleada
proteccionista que se avecina. Puede opinarse, claro está, a favor o en
contra del proteccionismo y del libre comercio. Pero lo mejor de todo es
comparar los resultados: a los países latinoamericanos, por ejemplo,
cercanos que son aperturistas (Chile, Perú, Colombia y hasta México) le
va mucho mejor que a los cerrados del Atlántico (Argentina, Brasil, ni
qué decir Venezuela). Deberíamos preguntarnos entonces porqué y actuar
en consecuencia.
Despachantes Argentinos
“Despachantes de Aduana al servicio de los colegas”
|